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miércoles, 24 de enero de 2007

Seamos sinceros...

... buena parte de la prosa de la segunda mitad del siglo XV es un pestiñazo, a causa de su latinismo y del recurso abusivo a las auctoritates.

Sin embargo, en ocasiones, encuentras una obra -habitualmente menor- que se sale de la norma. Así ocurre, por ejemplo, con el Ceremonial de príncipes o con el Tratado de amor atribuido a Juan de Mena.

La verdad es que no lo recordaba tan divertido. Bueno, igual exagero un poco. El caso es que me reí. Me hizo gracia ver cómo pasaba de las clases de amor menos jugosas (amistad, dilectión, amor lícito o conyugal) y casi tirarse encima del que le importaba y que denomina primero no líçito e insano y después bien querer.

Eso sí, antes de comenzar su discurso hace una adevertencia que es toda una invitación a seguir la lectura:

Por ende, vosotras madres, fuid lexos de aquí con vuestras guardadas fijas; vosotras matronas, con vuestras sobrinas e clientas; vosotras amas, con vuestras criadas. Non den orejas a mis dichos las vírgines dedicadas a Vesta nin me sea dada fe en esta parte a lo que diré (...).

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